Guerra de Arauco
La consecuencia más significativa del desastre de
Curalaba, ocurrido en 1598, fue el establecimiento de una frontera en los
márgenes del Bíobío, situación que llevó a la Corona española a desarrollar una
nueva estrategia diferente a la utilizada hasta el levantamiento comandado por
el toqui Pelantaru.
A partir del siglo XVII la guerra de Arauco fue
realizada por un ejército profesional financiado con los dineros enviados por
el virreinato peruano a través del Real Situado. No obstante, la presencia de
un ejército permanente en la orilla norte del Bíobío no terminó con la
resistencia de los mapuches; por el contrario, el conflicto se siguió
desarrollado aunque de forma interrumpida.
Otra estrategia fue la impulsada por el padre Luís
de Valdivia, quién propuso como manera de resolver el conflicto el uso del
entendimiento con los araucanos; esta maniobra que se conoce como “Guerra
Defensiva” fue puesta en práctica entre 1612 y 1625, y tenía como objetivo
eliminar las acciones militares de la colonización del territorio chileno. La
estrategia del padre Valdivia consistía en que misioneros católicos cruzaran el
Bíobío y entablaran relaciones con los indígenas con el fin de evangelizarlos y
hacerles abandonar las armas. Durante la Guerra Defensiva los soldados
españoles sólo podían intervenir en circunstancias de ataque mapuche, para
defender las ciudades y villorrios hispanos; de todas formas, los militares
debían contar con la autorización del sacerdote del lugar, los que tenían la
potestad de detener la acción de los soldados, sí es que decretaban que los
indígenas actuaban en defensa de los suyos. Lamentablemente, las buenas
intenciones del padre Valdivia no llegaron a concretarse puesto que esta
estrategia, si bien fue aplicada, fracasó.
Ante el fracaso de la alternativa pacífica para
terminar con el problema mapuche, los españoles retomaron la vía armada e
iniciaron una práctica conocida como “malocas”. Las malocas consistían en
incursiones españolas en la ribera sur del Bíobío, con la finalidad de capturar
indígenas para luego esclavizarlos y venderlos. Esta nueva forma de enfrentar
la guerra de Arauco se conoce como “Guerra Lucrativa” y se originó por motivo
de la dictación de la cédula del año 1609, y que disponía que los indígenas que
fueran atrapados en acciones bélicas serían convertidos en esclavos; el
objetivo de esta cédula era conseguir mano de obra para soslayar la pérdida
causada por el descenso demográfico. La respuesta de los indígenas a la Guerra
Lucrativa fueron los “malones”, incursiones en territorio español en las que
los mapuches robaban ganado y raptaban a las mujeres.
Desde mediados del siglo XVII los españoles
utilizaron una nueva forma para pacificar a los indígenas: los parlamentos.
Estos consistían en reuniones entre los principales líderes españoles y
mapuches, en los cuales se discutían las condiciones para fijar el
establecimiento de la paz. Sin embargo, al igual que la Guerra Defensiva, los
parlamentos fracasaron por la poca cohesión que tenían las comunidades
mapuches; este resultado confirma que las autoridades españoles no reconocieron
que la sociedad mapuches estaba altamente dispersa y que carecía de una
autoridad central.
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